La Ganadería

El ganado es el corazón de Queso Entremiso, por eso es tan importante mantenerlo en el mejor estado posible: fuerte, compacto y joven. Por lo tanto, es cuidado al máximo, y cada año es ampliado por alrededor de 300 de las crías que han nacido en nuestra casa.

 

2000 ovejas conforman nuestro ganado. Su estilo de vida es el equilibrio entre los inviernos fríos, más sedentarios, y las primaveras y veranos activos con mucho ejercicio. Cuidamos de ellas desde la profunda consciencia de sus necesidades y la cercanía que proporciona el conocer a cada oveja desde que nace, porque su vida con nosotros empieza en el momento en que asistimos a las madres en el parto. En sus primeras horas de vida, los corderos reciben de su madre el calostro, que contiene los anticuerpos que necesitan para sobrevivir.

Así se establece en nuestra ganadería los vínculos madre-hijo que se prolongará en el tiempo, ya que los corderos crecen amamantados exclusivamente por leche materna hasta el momento en el que necesitan de otros alimentos en su dieta.

 

Nuestras ovejas paren una vez al año. De esta forma, respetamos un periodo de recuperación adecuado tras la gestación para que vuelvan a estar fuertes. Lo que hacemos es dividir al ganado en dos grupos y asignar periodos de gestación diferentes. Así, tenemos dos temporadas de “pariera” al año.

La oveja manchega se caracteriza por producir muy buena leche. Nosotros tenemos la teoría intuitiva de que si ordeñas a una oveja cuando está criando, es capaz de reservarse la leche de mejor calidad para amamantar bien a sus crias.

La Alimentación

Nuestro ganado pastorea de manera extensiva por los rústicos terrenos de El Bonillo, concretamente en las fincas -El Picao- y -Almorada- y sus alrededores. En primavera, verano y parte del otoño, las ovejas pasan en el campo hasta 8 horas al día, alimentandose de sus favoritos entre una amplia variedad de arbusto xerófilo, como el chaparro, la retama, el lentisco, el espino negro y el labiernago, así como múltiples variedades de formaciones aromáticas, como el tomillo, el romero, la salvia, y el cerrillo. Hay otro alimento muy importante para el ganado y que abunda en el campo en verano. Se trata del pasto de la labor, que es el que queda en el campo tras la siega y hace que las ovejas produzcan una leche de calidad excepcional. Cuando los fríos inviernos llegan, las salidas al campo se reducen al mínimo. Es en esta época cuando las ovejas se alimentan de los cereales, leguminosas y forraje que cultivamos y recolectamos para ellas. Entre los cereales, su dieta se basa en mayor medida de avena, con buenos nutrientes, y es complementada en menor medida con trigo y cebada. Entre las leguminosas, preferimos alimentarlas de yeros. Para las temporadas en las que las ovejas necesitan un cuidado especial, como por ejemplo el periodo de gestación y lactancia de la cría, su dieta se puede complementar, en caso de ser necesario, con una mayor cantidad de avena o yeros.

Y por si todo esto fuese poco, cabe resaltar que la tierra bonillera es rica en minerales, por lo que la oveja obtiene del pasto una gran parte de la cantidad que necesita en su dieta. El resto lo consigue del agua fresca de los pozos y de los bloques de sal que distribuimos por las naves para que el ganado coma de ellos cuando le apetecza. En conjunto, se trata de una rica alimentación expresamente elegida, que proporciona a nuestro queso los diversos matices y variaciones propios de los alimentos que consume la oveja en cada época del año. Así, conseguimos transmitir al queso el aspecto, olor y sabor de esta tierra árida, extrema y dificil donde viven nuestras ovejas.

La ganadería extensiva es la que basa la alimentación del ganado en el pastoreo por grandes extensiones de terreno. Así las ovejas comen de forma variada, a la vez que realizan ejercicio físico. A ellas les encanta salir al campo, y su ánimo se entristece cuando no pueden hacerlo.

Por eso, cuando septiembre se acerca, en El Bonillo se empieza a escuchar un refrán que dice «La oveja en septiembre no duerme», que significa que a las ovejas les gusta mucho salir al campo en esta época, porque ya no hace aquel calor del verano que obliga a echar la siesta al mediodía antes de salir a pastar, ni tampoco el frío y la lluvia invernales que obligan a permanecer en casa.

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